Infancia

Problemas Infantiles: El mundo emocional de los niños

Los niños también tienen un mundo emocional complejo. Exploramos cómo entender y acompañar las dificultades emocionales en la infancia.

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Artículo revisado y validado por Lic. en Psicología Esteban Borges, CJPP #214674, inscripto en el Min. de Salud Pública de Uruguay.

"No sé qué hacer con mi hijo. Tiene 7 años y últimamente está imposible: no quiere ir al colegio, tiene berrinches por todo, se orina en la cama después de dos años sin hacerlo. Los maestros me dicen que está muy agresivo con los compañeros." Esta preocupación llega frecuentemente a nuestras consultas de padres agotados y desconcertados.

Los niños no vienen con manual de instrucciones, pero si lo tuvieran, tendría un capítulo entero dedicado a esto: "Cuando no tengo palabras para lo que siento, mi cuerpo y mi comportamiento van a hablar por mí." Lo que los adultos interpretan como "problemas de conducta" son frecuentemente señales de que algo en el mundo emocional del niño necesita atención.

El lenguaje secreto de los niños

Los adultos tendemos a pensar que los niños son versiones pequeñas de nosotros, pero la verdad es que habitan un universo emocional completamente diferente.

Su cerebro aún se está desarrollando, y las áreas responsables del autocontrol y la expresión verbal de emociones no maduran hasta la adolescencia tardía.

Esto significa que cuando un niño tiene una rabieta, no está siendo "manipulador" o "malcriado". Está experimentando una tormenta emocional que literalmente no puede manejar con las herramientas que tiene disponibles.

Es como pedirle a alguien que calme un huracán con un abanico.

Frecuentemente, estos síntomas aparecen cuando hay cambios importantes en la familia: el nacimiento de un hermano, la separación de los padres, mudanzas, o cambios en la rutina familiar. Los niños no son "malos" o celosos de manera consciente. Su mundo se transforma y no tienen palabras para expresar el miedo de haber perdido seguridad o amor.

"Los niños no se portan mal, se sienten mal. Y cuando se sienten mal, se comportan de la única manera que saben."

Las emociones grandes en cuerpos pequeños

Una de las cosas más difíciles de entender para los adultos es la intensidad con la que los niños viven sus emociones.

Para nosotros, que ya tenemos desarrolladas estrategias de regulación emocional, puede parecer que están "exagerando". Pero para ellos, cada emoción es absoluta, total, abrumadora.

Un ejemplo común son los niños que lloran desconsoladamente cada mañana cuando tienen que ir al jardín o escuela. Sus padres están desconcertados: "No entiendo, le gusta el colegio, tiene amigos, los maestros son buenos. ¿Por qué llora así?"

A través del juego terapéutico, frecuentemente descubrimos que no lloran porque no les guste el lugar. Lloran porque cada despedida los conecta con un miedo profundo: ¿y si mamá o papá no vuelven a buscarme? Para una mente infantil, este miedo no es irracional, es genuino y aterrador.

Cuando el cuerpo habla

Los niños a menudo expresan sus conflictos emocionales a través del cuerpo: dolores de panza recurrentes sin causa médica, problemas para dormir, regresiones en el control de esfínteres.

También pueden aparecer tics nerviosos o problemas alimentarios.

El cuerpo infantil es como un barómetro emocional extremadamente sensible.

Cuando hay tensión en casa, cuando hay cambios importantes, cuando hay secretos familiares que se sienten pero no se hablan, el cuerpo del niño lo registra y lo expresa.

Algunos niños desarrollan síntomas físicos como dolores de cabeza intensos sin causa médica aparente. En terapia frecuentemente emerge que en sus hogares hay constantes tensiones entre los padres que "tratan de que los niños no se den cuenta". Los niños se dan cuenta perfectamente, pero no saben cómo procesar esa información, entonces su cuerpo expresa lo que la mente no puede procesar.

Señales de que un niño necesita ayuda emocional:

  • Cambios súbitos de comportamiento: Niños obedientes que se vuelven desafiantes, o viceversa
  • Regresiones: Volver a comportamientos de etapas anteriores (orinarse, hablar como bebé)
  • Síntomas físicos sin causa médica: Dolores recurrentes, problemas de sueño
  • Aislamiento social: Evitar amigos o actividades que antes disfrutaba
  • Expresiones de miedo excesivo: Miedos que interfieren con la vida cotidiana
  • Dificultades académicas súbitas: Cuando no hay problemas de aprendizaje

El poder sanador del juego

El juego es para los niños lo que la palabra es para los adultos: su forma natural de procesar experiencias, expresar emociones y encontrar soluciones.

Cuando un niño juega, no está perdiendo el tiempo, está trabajando activamente en su desarrollo emocional.

En las sesiones de terapia infantil, el juego con familias de muñecos suele revelar mucho. Los niños que han experimentado cambios familiares frecuentemente representan escenarios donde el hermano mayor es abandonado o enviado lejos. A través del juego, pueden expresar y elaborar sus miedos sin ser juzgados.

Los cuentos terapéuticos también son herramientas poderosas. Historias de niños valientes que van a lugares nuevos y siempre encuentran el camino de regreso a casa pueden dar recursos simbólicos para enfrentar miedos de separación.

La importancia de validar sus emociones

Uno de los errores más comunes que cometemos los adultos es tratar de "arreglar" rápidamente las emociones de los niños. "No llores", "no tengas miedo", "no te enojes".

Con la mejor intención del mundo, les estamos enseñando que sus emociones son incorrectas o inaceptables.

La validación emocional no significa estar de acuerdo con todo lo que hacen los niños, sino reconocer que lo que sienten es real y comprensible.

"Veo que estás muy enojado porque no pudimos ir al parque. Es frustrante cuando las cosas no salen como esperábamos."

Esta diferencia es fundamental. Validamos la emoción, no necesariamente el comportamiento. Un niño puede estar enojado (válido) pero no puede lastimar a otros (límite claro).

"Los niños necesitan saber que todas sus emociones son aceptables, aunque no todos sus comportamientos lo sean."

Cuando el ambiente familiar necesita sanación

Muchas veces, los síntomas de los niños son el termómetro de la salud emocional de toda la familia. Los niños son como esponjas emocionales: absorben las tensiones, los miedos, las tristezas no resueltas de los adultos que los rodean.

En casos donde hay conflictos familiares, trabajar solo con el niño no es suficiente. Es necesario ayudar a los padres a procesar situaciones difíciles de manera más saludable, a comunicarse mejor con sus hijos sobre los cambios familiares, y a crear espacios de estabilidad en medio de las transiciones.

No es que los padres fueran "malos". Estaban haciendo lo mejor que podían en una situación difícil. Pero a veces lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es cuidar nuestra propia salud emocional.

El papel fundamental de la escuela

Los maestros y educadores son frecuentemente los primeros en detectar cuando un niño está atravesando dificultades emocionales. Pasan muchas horas con ellos y pueden observar cambios en el comportamiento, el rendimiento académico o las relaciones sociales.

Una comunicación fluida entre familia y escuela es fundamental. Los niños necesitan consistencia en los mensajes que reciben, y tanto padres como maestros necesitan trabajar en equipo para brindar el apoyo que el niño necesita.

Cuándo buscar ayuda profesional

No todas las dificultades emocionales de los niños requieren terapia. Muchas son parte normal del desarrollo y se resuelven con paciencia, comprensión y tiempo. Pero hay señales que nos indican cuándo es importante buscar ayuda especializada.

La clave está en la intensidad, la duración y el impacto en la vida cotidiana. Si los síntomas persisten por más de unas semanas, si interfieren significativamente con el funcionamiento del niño en casa o en la escuela, o si los padres se sienten desbordados, es momento de consultar.

La terapia infantil no es solo para "problemas graves". También es un espacio preventivo donde los niños pueden aprender herramientas emocionales, desarrollar resiliencia y fortalecer su autoestima.

Los niños que reciben apoyo terapéutico aprenden que es normal tener sentimientos mezclados: pueden sentir amor y un poquito de celos al mismo tiempo, y que hay suficiente amor para todos en la familia. Los padres aprenden a leer señales emocionales antes de que se conviertan en síntomas.

Con el tiempo, los niños pueden superar miedos de separación, desarrollando recursos internos para sentirse seguros incluso cuando los padres no están cerca. Los síntomas físicos tienden a desaparecer cuando se abordan las causas emocionales subyacentes.

¿Tu hijo está mostrando señales de dificultades emocionales?

La terapia infantil puede ayudar a tu hijo a desarrollar herramientas emocionales y fortalecer su bienestar psicológico.