Problemas Infantiles: El mundo emocional de los niños
Entendemos y acompañamos las dificultades emocionales en la infancia.
El TDAH no es falta de atención, sino una forma diferente de procesar el mundo. Exploramos esta neurodivergencia desde una perspectiva comprensiva.
"Me dicen que no presto atención, pero yo siento que presto atención a todo al mismo tiempo. Es como si mi cerebro fuera una radio que recibe todas las estaciones a la vez y no puede sintonizar solo una. No es que no quiera concentrarme; es que mi concentración funciona diferente." Esta descripción ilustra la realidad del TDAH desde adentro, muy distinta a la percepción externa de "falta de atención".
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una de las condiciones neurobiológicas más malentendidas de nuestro tiempo.
No es pereza, no es falta de disciplina, no es malcrianza. Es una forma diferente de procesar la información y regular la atención que afecta aproximadamente entre el 5% y 10% de la población.
Si comparáramos el cerebro con una orquesta, el cerebro neurotípico tendría un director claro que coordina cuando cada instrumento debe sonar y cuándo debe callar.
En el cerebro con TDAH, es como si ese director estuviera distraído o ausente. Todos los instrumentos son talentosos, pero tocan sin coordinación central, creando a veces sinfonías brillantes y otras veces cacofonías confusas.
Esta diferencia en la función ejecutiva afecta la capacidad de planificar, organizar, mantener la atención y regular impulsos, pero también puede generar creatividad, hiperfoco y formas únicas de resolver problemas.
El TDAH se presenta en tres manifestaciones principales, cada una con sus propias características y desafíos.
Esta presentación, antes llamada "TDA", se caracteriza por dificultades para mantener la atención en tareas que no generan interés inmediato.
Es la mente que se va por las ramas en medio de una conversación, que pierde objetos constantemente, que comienza proyectos con entusiasmo pero los abandona a mitad de camino.
A menudo pasa desapercibida, especialmente en niñas, porque no genera comportamientos disruptivos. Son los "distraídos", los "despistados", los que "viven en las nubes".
Aquí la energía es desbordante, como si hubiera un motor interno que nunca se detiene. La necesidad de movimiento es constante: tamborilear con los dedos, mover las piernas, levantarse constantemente.
La impulsividad se manifiesta en hablar sin pensar, interrumpir conversaciones, tomar decisiones precipitadas. No es mala educación; es un cerebro que actúa antes de que el sistema de frenos pueda intervenir.
Esta es la presentación más común, donde se combinan síntomas de inatención con hiperactividad e impulsividad, creando un cuadro complejo que puede variar según el contexto y la edad.
Muchos adultos descubren que tienen TDAH cuando llevan a sus hijos a consulta y reconocen en las descripciones su propia experiencia de vida.
"Ahora entiendo por qué la escuela era tan difícil", "Por qué no puedo terminar lo que empiezo", "Por qué me aburro tan fácilmente en el trabajo". El diagnóstico tardío puede generar una mezcla de alivio y tristeza.
Alivio porque finalmente hay una explicación para años de sentirse "diferente" o "defectuoso". Tristeza por todas las oportunidades perdidas, las críticas injustas, las estrategias inadecuadas que se implementaron sin entender la verdadera naturaleza del problema.
Aunque el TDAH presenta desafíos reales, también viene con fortalezas únicas que a menudo se pasan por alto.
Paradójicamente, las personas con TDAH pueden experimentar períodos de concentración tan intensa que pierden la noción del tiempo y del entorno. Cuando algo captura genuinamente su interés, pueden trabajar durante horas sin interrupción.
La mente TDAH tiende a hacer conexiones inusuales, a ver patrones donde otros no los ven, a generar ideas originales. Muchos artistas, emprendedores e innovadores tienen TDAH.
Vivir con TDAH desarrolla una capacidad de adaptación considerable. Las personas aprenden a funcionar en un mundo no diseñado para su tipo de cerebro, desarrollando recursos y estrategias únicas.
Vivir con TDAH implica desarrollar estrategias específicas que trabajen con la neurobiología particular de esta condición, no contra ella.
Ya que el cerebro TDAH tiene dificultades para generar estructura interna, es fundamental crear estructura externa: rutinas claras, recordatorios visuales, sistemas de organización simples y consistentes.
En lugar de tratar de eliminar la impulsividad, se puede aprender a canalizarla. Técnicas como la pausa de tres segundos antes de actuar o hablar pueden marcar una diferencia significativa.
La actividad física regular es especialmente beneficiosa para el TDAH. Ayuda a regular la atención, reduce la hiperactividad y mejora el estado de ánimo de manera natural.
El sistema educativo tradicional está diseñado para cerebros neurotípicos: permanecer sentado, atender a una sola cosa por períodos prolongados, seguir instrucciones secuenciales.
Para un cerebro con TDAH, esto puede ser como pedirle a un pez que trepe un árbol. No es que el pez sea defectuoso; simplemente está en el ambiente equivocado.
Los estudiantes con TDAH a menudo desarrollan la creencia de que son "tontos" o "vagos", cuando en realidad tienen una forma diferente de aprender que requiere métodos adaptados.
En el ámbito laboral, las personas con TDAH pueden enfrentar desafíos particulares: dificultades con la puntualidad, problemas para mantener la atención en reuniones largas, procrastinación en tareas rutinarias.
Pero también aportan fortalezas únicas: creatividad para resolver problemas, energía para proyectos que los apasionan, capacidad de trabajar bajo presión, pensamiento "fuera de la caja".
La clave está en encontrar entornos laborales que valoren estas fortalezas y permitan adaptar las metodologías de trabajo a las características del TDAH.
Muchas personas con TDAH llegan a la adultez con una autoestima dañada por años de críticas y comparaciones injustas.
"Eres inteligente pero no te esfuerzas", "Si te concentraras podrías hacer más", "Tienes potencial pero eres perezoso". Estos mensajes, aunque bien intencionados, pueden ser profundamente dañinos.
Parte del proceso terapéutico implica reconstruir la narrativa personal: pasar de "soy defectuoso" a "mi cerebro funciona diferente", de "no sirvo para nada" a "tengo fortalezas únicas".
El tratamiento efectivo del TDAH generalmente combina varios enfoques: medicación cuando es apropiada, psicoterapia, modificaciones ambientales y desarrollo de estrategias compensatorias.
No se trata de "curar" el TDAH, sino de aprender a vivir plenamente con un cerebro que funciona de manera diferente.
La medicación puede ser una herramienta valiosa para algunos, pero no es la única respuesta. Las estrategias conductuales, el autoconocimiento y las adaptaciones ambientales son igualmente importantes.
El TDAH nos enseña algo importante sobre la diversidad humana: no todos los cerebros están hechos para funcionar de la misma manera, y eso no solo está bien, es necesario.
La innovación, la creatividad, el pensamiento disruptivo a menudo provienen de mentes que procesan la información de manera diferente.
El desafío no es cambiar estos cerebros para que se adapten a un molde único, sino crear espacios donde diferentes formas de funcionar puedan florecer.
Porque al final, la diversidad neurológica, como cualquier otra forma de diversidad, enriquece nuestra experiencia colectiva como seres humanos.
Nuestros psicólogos especializados pueden ayudarte a desarrollar estrategias efectivas y potenciar tus fortalezas únicas.
Entendemos y acompañamos las dificultades emocionales en la infancia.
Exploramos esta compleja condición emocional desde una perspectiva humana.
Desarrolla una relación auténtica y saludable contigo mismo.